sobre-las-lunas_PC

Por Angie

Hace algunos años, durante un viaje a Buenos Aires para participar de un taller con Matthew Vollmer, uno de los días tocó luna llena, y fue ese mismo día en el que habló acerca del porqué acostumbramos no practicar los días de luna.
Una de las razones más populares que se conocen por las que no practicamos en luna llena y nueva es porque la tradición nos dice que las energías son muy fuertes durante estos momentos del ciclo lunar. Pattabhi Jois decía que cualquier lesión que se produce en estos días llevará mucho tiempo curarse. La razón: la luna gobierna las mareas. Nuestro cuerpo está formado por un 70% de agua por lo que, como las mareas, nos afectan las fases de la luna. Las altas mareas de luna llena, generan excesivo movimiento energético en nuestros cuerpos, existe una mayor lubricación de los músculos y ligamentos, por lo tanto mayor flexibilidad y más posibilidades de lesiones. En esta etapa nuestra mente está muy activa y dispersa y nos enfocamos mucho más en nuestro cuerpo. En las bajas mareas de luna nueva la energía se tranquiliza, el cuerpo probablemente se sienta más cansado, las articulaciones y ligamentos se secan y la flexibilidad del cuerpo se reduce. Es un periodo en donde la calma mental se manifiesta, siendo un buen momento para concretar y solucionar pensamientos, dudas y deseos que estén dentro de nosotros. Si bien esto es real, y muchos hemos sentido el efecto de la luna en nosotros, Matthew nos animó a observar un poco más allá de esta estructura tradicional del no practicar. Nos contó como la vida de los brahmines (como Pattabhi Jois) en estos días se veía completamente alterada porque eran los encargados de realizar los rituales pertinentes y por lo tanto no había mucho más tiempo para la práctica de asanas, y como en India estos días también eran el equivalente a un “feriado” en nuestra cultura y muchas instituciones ni siquiera abrían sus puertas al público. Al final de la charla dijo algo que me quedó muy presente. Dijo que él no practicaba simplemente porque su maestro en esos días no practicaba y que para él era como un ritual; sumada a la felicidad que generaba en sus hijos la posibilidad de que su padre se quedase en casa y pasara más tiempo con ellos. Días más tarde, en otra ronda de preguntas hablo de como la práctica de Ashtanga nos hace estar en sintonía con los ciclos naturales. Al vivir en estas grandes ciudades de cemento, sin poder siquiera ver el cielo en su totalidad, tanto las lunas como el período en las mujeres (en la jerga ashtangui se les llama “ladies holiday” – vacaciones de chicas) eran una excelente oportunidad para conectarse con la naturaleza y sus ciclos. También contó como el esos días el aprovechaba para hacer un registro de sí mismo y observar como era su día sin la práctica. Me pareció una linda reflexión para cambiar el modo en que nos tomamos las lunas. No movernos desde el miedo a lastimarnos sino desde el conocimiento de estar realizando una práctica que tiene sus rituales y por sobre todo sentirnos “abrazados” por una tradición que se mantiene viva hasta el día del hoy y nos permite hoy compartir y llevar a nuestro día a día un increíble practica sin dudas muy transformadora.

Similar Posts